14 enero 2008

Jauja

El nombre Jauja ha conocido las siguientes alternativas idiomáticas: Xaxay, Sausa, Xexeg, Jauja. Al pasar de Indias y de España a Francia e Italia, Jauja, pronunciado a la italiana, se convirtió en Cáuca, y, a la francesa, en Cocá, de donde provinieron las locuciones de «pays de Coccagne» y «paese di Cuccagna», a tiempo que tomaba consistencia en ambos países la leyenda de un Jauja «cuyos ríos fueron de leche, de miel y de vino, y de las ramas de cuyos árboles colgaban en forma de floración pantagruélica lechones asados...».
Con ello, la mente europea, harta de las austeridades exageradas de la Edad Media, pareció querer hacer revivir en nuestro continente virgen la nunca olvidada Edad de Oro de los tiempos mitológicos.

Pero es el caso que debajo de las apariencias de aquella fábula, adaptada al medio incaico, hubo un fondo de verdad que al crítico le corresponde dilucidar.

Saxay, razón de ser filológica de Xauxa y de jauja, es verbo de la lengua quechua que expresa hartarse, saciar el hambre y la sed, locupretarse.
Participan de la radical sacs los siguientes nombres geográficos de la sección del continente de Sudamérica que estuvo sometido a influencia quechua: Xauxa, Cauca (en Colombia), Caricato (en la provincia de Chincha, en el Perú), Xaixahuaman (en el Cuzco), Saxama (en Tacna), Sejsej (en Arequipa) y veinte otros.

Y es que en las diferentes provincias del Perú incaico hubo verdaderamente saciaderos, o sea asientos de extraordinaria abundancia en los renglones del comer, el beber y el vestir.

En ellos se repartía, con nunca vista liberalidad a vecinos y forasteros, los mantenimientos y ropas que hubo almacenados en los Tambos Reales, a medida que los nuevos aportes de las comunidades sometidas a tributación llenaban el vacío producido por aquellas reparticiones.

Sabido es que bajo el gobierno de los Incas, cuanto produjo el país por el trabajo de sus individuos se repartió en tres partes iguales: la una para el Inca, la otra para el Sacerdocio y la restante para el común de súbditos; y que la parte destinada al Inca se almacenó en los Tambos Reales que hubo en las diferentes provincias, y sirvió para el mantenimiento de los ejércitos en ma
rcha y de los individuos incapacitados para el trabajo.
Mas como fué menor la cantidad de mantenimientos y ropa que se sacaba de aquel acervo y mayor la que se metía en él, resultó un sobrante que fué del caso repartir con suma liberalidad entre los que lo solicitaban por épocas determinadas del año incaico.

Cuando en España se inventó la expresión «rico como un Perú», se quiso recordar, no tanto el rendimiento de sus ricas minas, cuyo rendimiento, al fin, demandaba trabajo personal, cuanto la bienandanza de que fueron teatro los antiguos «saciaderos incaicos»: las antiguas Jaujas.
Fuente: Las leyendas geográficas del Perú de los Incas autor Rómulo Cúneo-Vidal (del Instituto Histórico del Perú y Correspondientede la Real Academia de la Historia), edición digital a partir de Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 87 (1925), pp. 309-316.

2 comentarios:

Juan A. Malo de Molina dijo...

El autor no analiza uno de los orígenes más probables del topónimo Jauja: la simple transcripción del nombre de la población española de Jauja, (provincia de Jaén, Andalucía) a las tierras americanas. Todo el territorio americano -y el Perú no es una excepción- está salpicado de poblaciones que heredan directamente los nombres de ciudades españolas. Es muy probable que en este caso suceda lo mismo. Podría haberse bautizado el lugar directamente en homenaje a la Jauja jienense o bien podría haberse adaptado un topónimo preexistente cuya semántica recordase al nombre de esta villa andaluza. Aprovecho para indicar que en España era popular la expresión "esto es Jauja" cuando en algún lugar parecía que la vida era fácil y sin limitaciones.

Juan A. Malo de Molina dijo...

En mi comentario anterior escribí repetidamente sobre la localidad jienense de Jauja, cuando en realidad Jauja no está en Jaén sino en la también andaluza provincia de Córdoba, España.